¿Sabías que Steve Jobs, el visionario detrás de Apple, tuvo que enfrentarse a bloqueos emocionales y personales antes de construir una de las empresas más exitosas del mundo?

A pesar de su genio, Steve no siempre fue la persona segura y visionaria que todos conocemos. De hecho, en los años 80, fue despedido de la empresa que él mismo creó.

Este golpe no solo afectó su carrera, sino que sacudió profundamente su confianza y lo obligó a enfrentarse a una verdad incómoda: no estaba alineado consigo mismo ni con su propósito verdadero.

En entrevistas posteriores, Steve confesó que ese período de su vida lo llevó a una profunda introspección. Se dio cuenta de que gran parte de su fracaso se debía a su incapacidad para manejar su ego, gestionar sus emociones y establecer un equilibrio interno.

Decidió tomarse el tiempo para trabajar en sí mismo.

Steve comenzó a explorar prácticas que fortalecieran su energía, su mente y su creatividad. Entre ellas, adoptó la meditación y técnicas de mindfulness para calmar su mente, mantener el foco y reconectar con su intuición. También aprendió a trabajar con equipos desde un lugar más auténtico y consciente, dejando atrás los patrones de control y perfeccionismo que le estaban bloqueando.

Esta transformación no solo lo ayudó a evolucionar como líder, sino también como persona.

Años después, volvió a Apple con una visión renovada y la capacidad de liderar desde la claridad y la autenticidad. Fue entonces cuando lanzó productos icónicos como el iPhone, el iPod y el iPad, cambiando para siempre la forma en que vivimos nuestras vidas.